Después
de dos semanas de haber comenzado el año académico, hoy jueves 28 de Marzo,
recién tuve mi primera clase de “Estrategias de intervención I”. Según muchos,
el ramo más entretenido y des-estresante de la carrera. Al llegar a clases,
encuentro a dos profesores muy extrovertidos, dinámicos y deseosos de
entregarnos la primera clase. Como en los otros ramos, nos explicaron en qué
trabajaremos durante este semestre, cuáles son las exigencias, cómo serán las
evaluaciones y todo lo referente a lo más general de la asignatura. Pero ya me
siento ansiosa, quiero hacer algo, cualquier cosa que salga del margen.
Todas
las clases por ahora son muy generales y yo ya quiero ser terapeuta. Pero hay
que esperar. Esperar es bueno. Y cuando al fin, hacemos una actividad, me doy
cuenta de que me encantará esta clase: conversaciones, pinturas, canciones,
manualidades, aire libre para trabajar, fotos, fotos y MÁS FOTOS. Hablamos
acerca de nosotros… de nuestras fortalezas, excelente “terapia” para comenzar,
con nosotros mismos, ¿no?.. Las fortalezas también son las virtudes que tenemos
y que podemos entregarle a los demás. Conversamos acerca de ello entre grupos y
después a través de una canción o un grito, expusimos ante el curso lo que
“éramos en virtudes” como equipo… Todo esto bajo la genial idea de hacerlo a
fuera, en el patio de nuestra Escuela. No hay ironía en lo que digo, pues ese
día el clima estaba fresco, claro, había sol, pero en el patio hay árboles que
dan otro ambiente. En verdad, es un privilegio tener una escuela así, sólo para
nosotros. Después al regresar a la sala, fue gracioso ver “el primer intento
creativo” de mis compañeros (y el mío, por supuesto) porque aunque sabemos que
esta clase demandará de ello, estoy casi segura que aún no la sacamos a flote
por completo.
Después
de esta actividad fuimos a un costado de la Escuela, donde hay unos murales muy
coloridos, para sacarnos la foto oficial como grupo. Aunque esa fue la
indicación del profesor, nosotros aprovechamos para sacarnos fotos con los
compañeros más cercanos, con los más payasitos, fotos jugando, con morisquetas
ridículas, gracias y feas. Lo que más me gusto de eso fue que el mismo profesor
disfrutó de nuestra espontaneidad y lo demostró sacándonos fotos mientras
nosotros lo hacíamos. Después vino la foto oficial, primero… todos ordenados,
después ¡la desordenada! Y finalmente… ¡UNA FOTO GRITANDO! Me sorprendió esa
petición, pues fue del profesor. Estoy segura que quería que expresáramos todo
lo que sentíamos a través de ese grito: ansiedad, nerviosismo, alegría,
felicidad, amor, unión… Fue divertido, des-estresante, muy diferente a
cualquier otro ramo universitario.
Fue
una experiencia valiosa el poder conocer un poco más de mis compañeros, aunque
hablar acerca de nosotros mismos a veces sea extraño, sobre todo cuando decimos
cosas buenas nuestras… Por el mismo motivo creo que es bueno CREER en lo que
somos y en lo que podemos llegar a ser. Me encanta Terapia, creo que ninguna
otra carrera hubiese suplido mi vocación.