jueves, 4 de abril de 2013

Esta soy yo!

Comenzaré a contarles quien soy, esta es mi historia en quinientas palabras…

Mi nombre es Javiera Isabel Zúñiga Aliaga, nací el 20 de Septiembre de 1994, en el Hospital Clínico de la Universidad Católica. Fui la primogénita de la familia, mis padres, Claudia Y Héctor, llevaban ya dos años de matrimonio, cuando llegué yo. Aunque mis padres vivían de allegados con la hermana de mi mamá, a los meses de mi nacimiento, compraron la casa donde vivo actualmente. Sí, toda mi vida he estado en esta casa, que encierra mi historia, mis experiencias, mis momentos. Esta casa me ha visto crecer y yo a ella también…

¡Mis hermanas locas!
Los regaloneos y mimos de hija única me duraron bastante poco. Cuando tenía dos años y tres meses, nació mi hermana Antonia. Como era tan pequeña no noté muchos cambios, convirtiéndose la Anto en mi compañera de aventuras y juegos. Fuimos muy amigas, hasta ese período en que yo crecí y ella aún era una niña. Fue una etapa compleja, pero que pudimos superar y hoy somos buenas amigas y hermanas.
Desde pequeña fui muy independiente, en el jardín y colegio, nunca lloré porque mi mamá se iba, hacía mis tareas sola y de buena gana. Siempre me gustó mucho el colegio, los amiguitos y las profesoras, que con paciencia nos enseñaban. En el año 2005, me cambié del colegio Andes del Sur, para asistir al colegio San Miguel de los Andes, desde donde me gradué de cuarto año medio, el año pasado. Ese año también nace mi tercera hermana, la Sofi. Ella no me mi muñeca de juegos, ni mi partner. La Sofi fue mi primera hija. No quiero decir que mi mamá no la cuidaba, obviamente, sino que yo ya me sentía grande, responsable, capaz de cuidar a un bebé. La mudaba, la bañaba, la hacía dormir…. Aun es mi regalona a pesar de que está por cumplir ocho años.
Siempre fui de pocos amigos, contados con una mano. En el colegio me querían mucho, participaba de las actividades que podía, rindiendo en lo académico de la mejor manera. El año anterior entre el preuniversitario y el colegio, la carga aumentó, por lo que tuve que disminuir mi participación: la PSU se venía encima y yo quería estudiar Terapia Ocupacional a toda costa. Cuando el momento pasó (jamás pensé que pasaría) pude respirar, más aun cuando vi que había quedado en T.O… ¡En la Universidad de Chile!
Actualmente estoy estudiando, pololeando aun, completamente segura de que mi elección fue la correcta, sintiéndome cada día más aparte del grupo, de la Escuela, de la Facultad de Medicina.

Aunque fue radical el cambio de colegio a universidad, puedo decir que aunque ha costado, he podido acostumbrarme a los largos viajes a la U, a las pocas horas de sueño y al poquito tiempo libre que va quedando.
Estoy feliz, totalmente agradecida de Dios por las oportunidades que me ha dado, el amor que me ha mostrado y por la vida…¡que es una sola! Gracias!

Con Ricardo llevamos juntos cuatro años... ¡nos amamos!















Mis papis y yo, en mi fiesta de Graduación

¡Manos a la obra!

Segunda clase de Estrategias de Intervención, ¿qué hicimos hoy? ¡¡MÁSCARAS!! Hoy nos dividimos en dos grupos, pares e impares según la lista de TO-01. Quedé en el grupo al que le tocaron las máscaras, así que nos dirigimos al salón “Tomas Fierro” ubicado en nuestra escuela. Es una sala que, personalmente, no me gusta mucho, pues imita a una especie de laboratorio, con sillas y mesas altas, estrecha para el trascurso de los alumnos. Pero precisamente por el trabajo que teníamos que hacer hoy, fue una sala perfecta: los mesones altos si ayudaron esta vez.



La profesora nos entregó los materiales (vaselina, tiras de yeso, una fuente con agua, papeles)  y nos dio también las indicaciones, así que formamos grupos y mientras dos compañeros se acostaban en el mesón, otros dos le hacían su máscara (esta era de nuestros rostros). Ayudé con una compañera, aprovechando de reír de cualquier cosa mientras trabajábamos. Después, cuando llegó mi turno, dos compañeras trabajaron haciendo la máscara en mi cara… es curioso como trabajamos en equipo y a veces ni lo notamos. El primer paso era aplicar vaselina en el rostro para proteger las cejas y la piel, pues el yeso al secarse, nos podría hacer daño. Después de eso mojamos las tiras de yeso en la fuente con agua y comenzamos a ponerlas sobre la cara, ordenándolas para cubrir toda la superficie. Cuando ya este paso estaba listo, sólo quedaba esperar a que la MÁSCARA estuviese seca para poder retirarla. Todos estuvimos entre diez a quince minutos con la máscara puesta, mientras tanto aquellos que aún no hacían su máscara o simplemente, ya la tenían lista, iban de mesón en mesón intentando hacer reír a los que estaban con la máscara, sólo para molestar (¡¡con la máscara era imposible reírse, aunque uno tuviese todas las ganas del mundo!!!) Estuve molestando un tiempo, pero después me tocó a mí… ¡¡debo admitir que dolió reírse!!
Pienso en lo importante que es trabajar en equipo. Así lo hicimos y fue un grato momento compartido. Pudimos reírnos, conocernos, relajarnos y darnos un gusto ensuciándonos las manos como unos niños.

Estas instancias son fundamentales para nosotros, estudiantes de T.O. Por un lado podemos desarrollar la motricidad fina al trabajar directamente con las manos y los dedos, actividad que es primordial al momento de la rehabilitación. Por otro además, podemos como grupo darnos el tiempo de conocernos, conversar, trabajar como un equipo, acostumbrarnos a la idea de que nunca estaremos solos trabajando, siempre estaremos acompañados de un equipo de especialistas que nos ayudarán a entregarle lo mejor a la persona. Creo que es sumamente valioso que estos momentos sean vividos conscientemente por nosotros y con esto me refiero a que no sólo los veamos como una clase más, sino que le tomemos el peso a lo que estas significan. No sólo valdrán una nota… son una verdadera capacitación, un momento donde aprendemos a sensibilizarnos, a tomar en cuenta al otro, mirar más allá de lo que se ve…